martes, 22 de abril de 2014

Cuando el final acecha

Hace meses que no escribo en el blog, y es que estoy inmersa de lleno en la fase final de mi tesis. La buena noticia es que por fin van a publicar mi primer artículo científico y que, poco a poco, el manuscrito de la tesis está tomando forma. Pero hay tantos estímulos a mi alrededor que me roban la concentración que a veces pienso que no lograré acabar nunca. Éstos últimos días he estado nerviosa, esperando la visita de Pablo, al que no veía desde hacía un mes y medio. Ahora que está aquí quiero aprovechar el tiempo con él para pasear, tapear fuera de casa, etc. Y cuando se vaya lo echaré de menos, y estaré esperando y pensando en nuestro próximo encuentro. Para más despiste, he recuperado el contacto con mi amigo Marcus de Suecia y hemos estado planeando una quedada a mitad de camino entre Aberdeen y Ahus, que al final no va a poder ser. En fin, que día a día tengo que luchar contra el "monstruo de la desconcentración".
Por otro lado está ese sentimiento de pérdida que me envuelve el corazón y me oprime el pecho. Siento que cuando me vaya se cierra un capítulo de mi vida, sin final alternativo, sin elige tu propia aventura y sin vuelta atrás. Parece que, una vez me lleve las maletas llenas de ropa y abalorios, y desaloje mi mesa en la sala de becarios, todo el mundo borrará de su mente mi recuerdo. Es un sentimiento irracional que se repite, ya lo experimenté cuando vinimos a Málaga desde L'Hospitalet. Las personas realmente importantes de aquel entonces siguen estando ahí, pero me he perdido tantas cosas de sus vidas, tantos momentos que me hubiera gustado vivir junto a ellos... Y he ganado tantos otros, con otras personas igualmente interesantes y a las que adoro, pero de las que de nuevo me separo, y volveré a estar ausente de alegrías y penas, nacimientos y pérdidas, el día a día en general y los momentos especiales en particular. La vida me ha regalado mucha gente maravillosa a mi alrededor y yo me apego tanto a lo bueno que cada uno me aporta que, pensar en separarme de todos ellos y empezar una vida desde cero me sume en la más honda de las tristezas.
Toda esta maraña de sentimientos se resume en una sola palabra: miedo.
Y es que sin miedo no se puede vivir, como no se puede buscar la felicidad sin miedo a encontrarla.