lunes, 12 de enero de 2015

Un mes después

Es increíble que ya haya pasado un mes. El 12 de diciembre llegó el gran día, la defensa de la tesis. Los últimos meses de 2014 fueron frenéticos y en algunos momentos angustiosos. Parecía que no iba a acabar nunca, que no iba a ser capaz de aprenderme la presentación, que me quedaría en blanco ante las preguntas del tribunal... qué sé yo... Y, como todo el mundo vaticinaba, aunque yo era un poco más escéptica al respecto, todo salió bien. Mi recuerdo de ese día es de un momento importante y feliz en mi vida... quién me lo iba a decir... Me sentí bastante cómoda debatiendo sobre lo que ha sido mi trabajo y casi mi único pensamiento durante mucho tiempo. Fueron varias horas de preguntas y respuestas en las que me dí cuenta de que mi estudio, al fin y al cabo, no estaba tan mal, y de que, como me explicó mi amiga Candela, el síndrome del impostor estaba instaurado en mi cerebro y se había construido un adosado de dos plantas. El día de la defensa también recibí el cariño de mucha gente, muchos mensajes por distintas vías, muchos abrazos y besos de gente querida, e incluso felicitaciones sorprendentes e inesperadas. Nunca hubiera imaginado que lo que quedaría en mí sería el recuerdo de un día feliz... 
Este último mes lo he dedicado a la vida contemplativa y a recuperar mi vida social. He bailado más que nunca con mi pequeño Mario, mis queridos Salsa PRO y el nuevo y adorable bachatero Adrián. También he estado organizando mi viaje a Tailandia, desde donde escribo hoy, y sobre lo que tengo muchas cosas que contar, pero eso lo dejo para más adelante. 
En resumen, durante el último tramo de escritura me costaba imaginar cómo sería mi vida cuando no tuviera nada que hacer. Ahora sólo puedo estar agradecida a todos los que me animaron a no tirar la toalla, porque este periodo post-tesis está siendo mejor de lo que esperaba :)