martes, 24 de febrero de 2015

Todo es más fácil con un objetivo a la vista

Durante los últimos meses de escritura de la tesis mis emociones iban montadas en un trenecito, subiendo colinas y bajando valles. Algunos días pensaba que nada podría detenerme, mientras que otros me sentía dentro de un túnel, sin salidas de emergencia, ni luces, ni nada de nada que me indicaran que el final estaba cerca. Uno de esos días, de madrugada, estuve hablando con mi amiga Merche, que vive en Tailandia y cuyos blogs recomiendo encarecidamente (http://sinhoradevuelta.blogspot.com, y http://thelimitsofmyworld.blogspot.com). A eso de las 2 de la mañana estaba en mi momento de escritura "supuestamente" más productivo, y Merche se acababa de levantar por eso de la diferencia horaria. Yo tenía uno de esos días horribles en los que todo era negro y le contaba mi preocupación, que me sentía estancada. Ella me leía (por whatsapp) atentamente y me dio la clave. "Tú lo que necesitas es viajar..." sentenció. "Ven a verme a Tailandia". Al principio pensé... está loca jajaja ¿cómo me voy a ir ahora, con la tesis de por medio...? no, no, imposible... además, cuánto gasto, me saldrá carísimo... decididamente no... o al menos no por el momento... pero y si.... El runrún del viaje no paraba de rondarme. Quizá ir a verla durante la escritura no era una buena idea, pero ¿y si lo planteaba como un auto-regalo post-tesis? ¿Me ayudaría eso a tener un objetivo para terminarla? Hablé con Pablo y me animó a comprarme el vuelo. Lo consulté también con Candela, y me dijo sabiamente que los ahorros son para disfrutarlos, y que no había nadie en quien pudiera gastarlos mejor que en mí misma. 
El otro día lo hablaba con una amiga a quien le pasa lo mismo, necesito la confirmación de los demás para tomar mis propias decisiones. Si hubiera comprado el vuelo, y alguien me hubiera hecho algún comentario dudando de la sensatez de mi decisión, habría sufrido un pequeño ataque de pánico hasta encontrar quien no pensara que ese viaje era una locura. Sin embargo, en este caso tenía la confirmación de dos personas en las que confío, y cuyo criterio parece ser más válido que el mío propio (esto lo voy a tener que trabajar próximamente), así que me permití echar un vistazo por la red para ver cuánto podría costarme un vuelo a Bangkok. A pesar de que los billetes eran muchísimo más baratos de lo que yo pensaba, mis inseguridades me impidieron comprarlo en ese momento, y esperé hasta el día en que deposité la tesis para hacerlo. De todas formas el objetivo estaba establecido. Al final de la tesis tendría una recompensa, y no solamente profesional sino que haría un viaje espectacular por Asia. Esa frase, que se repetía en mi mente, de: "Si muero mañana habré desperdiciado los últimos meses de mi vida escribiendo una tesis" desapareció por completo, y en muchos momentos de desesperación, cuando no me quedaban fuerzas para seguir, pensaba: "Si no lo puedo hacer por mí lo haré por Tailandia". Parece de telenovela pero el caso es que funcionó. La tesis se leyó el día 12 de diciembre de 2014 y yo embarqué rumbo a Bangkok con Merche el 9 de enero de 2015. Durante 17 días visité tres países, Tailandia, Camboya y Malasia, conocí lugares espectaculares, gente maravillosa y descubrí a una Miriam diferente, inmensamente feliz. Pero esa es otra historia que dejo para próximas entradas.

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